"El hombre es uno y ninguno. Carga desde hace años con su rostro pegado al cráneo y su sombra cosida a los piés, y todavía no ha logrado comprender cuál de las dos cosas pesa más. A veces experimenta el impulso irrefrenable de despegárselos, colgarlos de un clavo y quedarse allí, sentado en el suelo, como una marioneta a la cual una mano piadosa ha cortado los hilos".
"HP estaba allí, en el umbral, con aquellos ojos grises nacidos para reflejar las estrellas y no aquel dolor".
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