"Freud observó cierta vez que el amor es un redescubrimiento. A través del amor intentamos recuperar la inocencia perdida de la felicidad que antaño sentimos, cuando éramos bebés y vivíamos en paz con el mundo. El amor, mirándolo bien, tenía que ver con una voluntad indefinible, etérea e imperceptible, de retornar a la infancia y al afecto materno y se alimentaba de la vana esperanza de reencontrar esa felicidad desaparecida en los primeros años de la existencia...
El matrimonio no fue más que el deseo de reencontrar un paraíso que, en resumidas cuentas, sólo existía en un rincón beatífico de la memoria. No era a C. a quien había visto frente a él, sinó más bien una idealización, un sueño, una figura inventada por la nostalgia de la infancia, un espejismo construido por el recuerdo inconsciente de tiempos felices...
Había proyectado en el mundo lo que el mundo no era; es decir, no vivía con C. y con M., sinó con una imagen que había construido a partir de ellas por anticipado, vivía con una fantasía que no era posible realizar. La fragmentación de esa imagen fantasiosa, provocada por las circunstancias de la vida, constituyó un golpe demasiado duro para su universo de expectativas; en vez de aceptarlas tal como eran, huyó y buscó refugio en otra ilusión, liberándose de la tensión negativa que acumulaba en el silencio tumultuoso del inconsciente".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario